Según los datos oficiales, entre el 24 de febrero y el 19 de marzo han muerto debido a la agresión rusa 205 niños, 367 han sido heridos.
Durante la invasión integral Rusia comete violaciones de los derechos fundamentales de los menores a la vida y a la seguridad. Al bombardear las viviendas de los civiles con misiles y tanques, los rusos matan a los padres y secuestran a los niños ucranianos en los territorios temporalmente ocupados.
Según los datos de diversas fuentes, fueron forzosamente transferidos a la Federación Rusa 121.000 niños. Hubo entre ellos huérfanos y aquellos cuyos padres siguen vivos. Aun en el siglo XXI Rusia secuestra a los menores y los deporta forzosamente a las regiones de Vladimir, Omsk y Cheliábinsk de la Federación Rusa y a Sajalín. Una parte de los menores fue trasladada desde Mariúpol a Donetsk y seguidamente en la dirección de Taganrog a la par que los rusos intentaban justificar la deportación forzosa de los niños bajo el pretexto de estar cuidando de los huérfanos abandonados por Ucrania. No obstante, es de constar que todos los huérfanos, así como los orfanatos, fueron evacuados desde Mariúpol ya durante el 24 y 25 de febrero.
El Kremlin vuelve a actuar según el escenario parecido al del 2014, cuando centenares de niños fueron forzosamente transferidos desde Crimea en el así llamado «tren de la esperanza» para su posterior adoptación en el territorio de la Federación Rusa. Recordemos que fue por esta razón que Rusia fue excluida de la Red Europea de Defensores para la Infancia (ENOC).
La Duma de la Federación Rusa está examinando modificaciones posibles a la legislación para facilitar la tramitación de la adopción, lo cual viene a demostrar que tienen previsto repartir a los pequeños ucranianos sin tomarse muchas molestias en las revisiones ni el cumplimiento de las normas legislativas con el fin de ocultar los parajes y otros detalles sobre los niños deportados. Esto quiere decir que, llegado el caso de la aprobación de dicha iniciativa legislativa, el cambio de familia o la devolución de los niños resultaría prácticamente imposible.
Es más, lo mencionado infringe gravemente las leyes de Ucrania, que tiene bien especificado el procedimiento de la adopción de los niños ucranianos por extranjeros en coordinación con el Servicio Nacional de Atención Social de Ucrania.
Tales hechos del Kremlin son, además, una violación flagrante de los artículos 7 y 21 de la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño así como del artículo 49 del Convenio de Ginebra relativo a la Protección Debida a las Personas Civiles en Tiempo de Guerra que prohíbe terminantemente cualquier desplazamiento forzado individual o de grupos.
Lo más descabellado es que los rusos aprovechan a los niños como un «escudo vivo» para protegerse de la Fuerzas Armadas de Ucrania. El 11 de abril los ocupantes de la ciudad de Volnovaja hicieron volver a los escolares a los estudios al edificio de la escuela distrital, a pesar de que muy cerca se estaban llevando a cabo unas batallas encarnizadas durante las cuales, según el derecho internacional humanitario, los niños tienen que estar protegidos con sumo cuidado.
Según los datos del Centro de Resistencia a la Desinformación del Consejo de Seguridad Nacional, la Federación Rusa utiliza a los niños deportados de Ucrania, además, para la propaganda de sus noticias falsas. Los medios del Kremlin van difundiendo entrevistas sobre los niños trasladados desde Ucrania que los propagandistas pintan de espías en la «operación especial». En particular, van distribuyendo materiales de desinformación de que «El régimen ucraniano, a la semejanza del Tercer Reich, manda a los niños a la guerra». La propaganda de Putin falsifica entrevistas con los niños ucranianos. Sus contenidos pecan de citas sin sentido y, para más inri, los pseudoperiodistas mienten que fueron precisamente «estos niños los que desde el comienzo de la operación especial hicieron de espías en Ucrania». El uso de los niños por Rusia constituye otra violación abierta de las normas del Derecho Internacional.
Además, Rusia tiene previsto fundar a nivel nacional unos campamentos especiales para los niños deportados para la enseñanza del ruso. Éstos estarán para retener a los niños que no dominen bien la lengua del país agresor y, por tanto, no pueden estudiar en colegios rusos.
Mientras tanto, muchos expertos destacan los siguientes objetivos de la deportación ilegal de los niños ucranianos:
— formación y capacitación de recursos humanos para las fuerzas del orden rusas;
— resolución de sus problemas demográficos internos;
— creación de su propia reserva de unos ucranianos ideológicamente adiestrados, de «unos ucranianos correctos que en adelante estarán involucrados en la formación de los órganos de las autoridades de ocupación en los territorios ocupados».
Dichos actos del Kremlin deberían calificarse de secuestro, lo cual exige una reacción rotunda e inmediata de la comunidad internacional. En consecuencia, Ucrania insta al Comité de la ONU para los Derechos del Niño, Comité de la ONU de los Derechos Humanos, la Alianza Global de las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos (GANHRI) a tomar todas las medidas necesarias para prevenir la continuación de la deportación ilegal de niños a Rusia y para contribuir a la devolución de los niños, ya trasladados al territorio de la Federación Rusa, a las regiones seguras de Ucrania.